el mar, el mar

Acaban de terminar los -espero- primeros días de playa de este verano. Escribo espero porque en pleno encandilamiento marino ando valorando un rato de coche hasta llegar a algún montón de arena que quema y mar en el que meterme y nadar, nadar.

He estado en Gandia, que encanta a los pins y en Cabo de Gata, que me encanta a mí. En los dos lugares he sido feliz. Supongo que dejar atrás manza y todo lo que vivir y trabajar aquí conlleva suma bastante puntos a las sonrisas de cada mañana. Qué paz, oyes, alejarme de aquí. Pero sin duda, es la perspectiva diaria de la arena, el sol y el agua la que ejerce un efecto alucinante en mí. Un efecto que no quiero que desaparezca ahora que he vuelto a los días de comer en la oficina.

Salí de manza angustiada, estresada, llena de gritos y lloros, de amargura y rencores. Ahora me siento en paz, en calma. Tranquila. Han sido unos pocos días (interrumpidos por otros de obligaciones y plenos), pero suficientes. El mar siempre es suficiente en sí mismo. Sentarme, cerrar los ojos, respirar, oler, escuchar los juegos de C&M, abrir los ojos y si eso, un libro.

El mar enfurecido de Gandia, que arrasó la playa en una tarde de banderas rojas y socorristas atareados. El mar increible de Almería en el que me he dejado llevar feliz. Días de medusas, días de mareas altas, días de nubes, días de cielos azules y silencio de viento. Las humedades del primer día, que no dejan respirar. La piel de un color mucho más agradable que el blanco aburrido de siempre, los bocadillos debajo de la sombrilla, las ganas de quedarme a vivir allí. En cualquier mar. En cualquier ciudad en la que pasear por una playa al atardecer no suponga tres horas previas de coche.

Por lo demás, bien. Llevo un par de días de transición. La cabeza en un sitio, el cuerpo en otro. En unos días estaré entera en manza y vuelta a empezar con los malos humores y los pensamientos rancios de una etapa que está en las últimas y me encuentra muy cansada.

Mañana trabajo. Eso es bien, no creais. Me gusta trabajar los días singente, empezar de nuevo a mi ritmo y poder estar ya el lunes a pleno rendimiento. Lista para discutir y reírme, que las dos cosas van muy de la mano en mi vida laboral. Si no fuera por algunos momentos...

Compruebo que ando un poco ñoña. Echo de menos a mis pins y echo de menos el mar. Nada que no solucionen un par de problemillas vecinales en los que centrar mi interés. Y eso, compañeros, es mi pan de cada día. Así que no tardando mucho volverá a espesárseme la sangre y listo.


Mientras tanto, millones de sonrisas para todos los que hayáis caído por aquí.

Comentarios

Molando voy

Las buenas acciones y sus consecuencias

hablar

frases de pared