libro tradicional / libro máquina

Abrir mi manoseado ejemplar de Hojas de hierba ha terminado mi debate mental de anoche, pero como no me apetece desperdiciar el sesudo análisis os cuento que me han regalado un e-reader y durante esta semana he estado valorando las cualidades de las dos formas de enfrentarse a un libro.

Así que, ¿Por qué decantarse por la lectura en máquina?

Es tremendamente cómodo. Es pequeñito y manejable. Ni pesa ni abulta, lo que resulta ideal para llevarlo a todos los lugares del mundo -menos a la playa, así que se me haya ocurrido (objeciones playeras: (i) fatal la combinación pins-arena-agua-máquina y (ii) que lo manguen. Nadie se lleva un debolsillo croqueta arrugado, húmedo y rebozado de arena. Es mucho más atractiva la maquinita, que se revende y eso).

La cosa es que durante esta semana, he ido a todos lados con mi e-reader en la mochila (antes, ya había utilizado este formato en el ipad, pero esto es mucho mucho mucho más cómodo). Incluso he intentado la lectura mientras ando y se me ha dado muy, pero que muy bien.
Es tremendamente práctico. Puedes acumular tantos libros que no llegarías a leerlos ni en siete vidas. A mí esto me parece muy ridículo y de momento acumulo los que leo. Pero, el caso es que en un aparatito tienes todo lo que pueda apetecer leer. Reduce mucho el peso de mis viajes, sobre todo. Ya me imagino en el aeropuerto, con la maquinita, terminando novelacas y a otra cosa mariposa. Porque –entre nosotros- terminar un libro en tránsito es bastante chungo para los de la secta diógenes. Los desprendidos lo dejan en un banco y ya. Los comoyo se pasan las vacaciones cargando con el libro muerto (y los otros dos de por si acaso). Y eso es rollo.

Es tremendamente ahorrativo. Para los que perdemos el sentido de la realidad en una librería, es estupenda la serenidad que da el tener un libro electrónico. Mucha de la morralla que compramos, sabiendo que es morralla pero-qué-título-tan-evocador-cómo-no-me-voy-a-comprar-esto está disponible online muy muy muy por debajo del precio del libro papel. Y casi todas las veces compensa gastarse dos eurillos instead of dieciocho. Cuando efectivamente lees la última palabra, debes sentirte muy agradecido de no haber malgastado el dinero que no tienes en algo que no lo merece tanto.

Y aquí me paré a pensar en la industria editorial. Y vuelvo a reafirmarme en que se publica mucho más de lo que debería publicarse y se publican libros muy malos. Puede que la edición electrónica haga tambalearse a la industria editorial, pero puede que eso –a los lectores- termine por beneficiarnos.

Y visto lo escrito, ¿Por qué seguir adorando los libros tradicionales?

Los libros son casa. Son un refugio en las tardes de lluvia. Son romanticismo. Están vivos. Tienen olor a libro. Se escriben. Recogen olvidos. Fotos y billetes de metro y papeles anotados. Cuando recuperas un libro, recuperas mucho de lo que fuiste mientras lo leías. Se hacen viejos.

Los libros acogen. Rodean. Acompañan. Dan sentido a muchas casas. Y a muchas vidas. Son un lugar al que volver. Unos brazos abiertos.

Los libros tradicionales se pueden dedicar cuando son regalos. Se comparten. Se dejan y muchas veces se dan por perdidos. Y se les recuerda.

Pueden cortar y pueden llenarnos las manos de negro.

Y luego están las librerías. La alegría es una librería desierta. Pasear entre los estantes tocando distraídamente las cubiertas. Pasear con la mirada hasta la portada que llama la atención. Coger el libro, girarlo y leer la contra. Dejarlo la mayoría de las veces. Otras, llegar incluso a abrirlo y hojearlo.

Hace muchos años yo leía invariablemente la última frase de cada libro que escogía. Ya no lo hago. No sé por qué. Ahora espero que los libros me llamen desde las estanterías.

Cuando elijes el libro que te llama, es un acierto seguro.

Los libros son muchas ganas de llegar a casa y abrirlos. Los libros se dejan en casa, claro. Por eso son ganas de volver.


Podría seguir, pero releyendo lo de arriba me he dado cuenta de que en la misma forma de describir cada tipo de lectura he definido muy bien lo que ambas representan en mi cabeza.

El libro electrónico es calculador, frio, orden, analítico y útil. El libro tradicional es caos. Es verano. Es un helado que se cae sobre un vestido. Es vida.

Los dos tienen sus cosas buenas. Unos me gustan por su comodidad, otros porque existen. A partir de ahora los alternaré (las novelas gráficas no se leen bien electrónicamente). Seguro que leo más, porque no me importará gastarme un poco en historias por las que no pagaría en papel y seguro que leo mejor.

En cualquier caso, seguiré leyendo. Que en definitiva y en cualquier formato los libros son lo que son y a mí me gustan.

Comentarios

Bea ha dicho que…
Yo entiendo que los libros electrónicos son buenos, se gasta menos papel y son baratos. Pero los libros son libros y son muy especiales y huelen a libro y tienen cada uno un tacto característico y para mí son cada uno un mundo nuevo. ¿en que mundo quiero estar hoy? ¿que libro busco? Y tienen tapas y son gordos o finos y son frágiles...
Este tema me toca mucho porque ha llegado un momento en el que no tengo más espacio y hay libros que van a tener que irse a una caja a vivir unos años y un libro electrónico sería una buena solución... pero me gustan tan poco......
Anónimo ha dicho que…
La diferencia entre un libro eléctronico y uno de papel es la misma que entre una carta y un correo eléctronico. El e-mail de un banco y el de tu amante se diferencian tan solo en el texto que contienen. En cambio una carta puede poseer una textura, una caligrafía, un color de tinta e incluso un olor determinado que la hagan única e inolvidable en el tiempo; que solo con tocarla el texto fluya en tu memoria sin necesidad de releerla.

Por cierto, hace mucho que veía tu blog. ¿Ya no posas a lo Amélie Poulain?
Anónimo ha dicho que…
En el comentario anterior, donde dice "hace mucho que veía", debería decir "hace mucho que NO veía..."
Lucía. ha dicho que…
Mmmm... ¡qué gran tema el de las cartas! A mí me encantaría recibir, más allá de las tristezas de lucesyaguas. Aún me acuerdo de llegar a casa y meter la mano en el buzón y ahí está. La letra en el sobre, lo que dices del olor... Es puro romanticismo, ¿verdad?

En lo que respecta a las poses-Amèlie, no soy muy consciente de haberlo hecho en alguna ocasión, pero todo es ponerse..
Anónimo ha dicho que…
A mí me gusta escribir cartas y te escribiría encantando, pero hay un inconveniente, que tengo una letra desastrosa, lo cual hace que a la segunda o tercera cartas (según la paciencia de la receptora) me denuncien por "tortura visual con ensañamiento y presumibles atisbos sádicos". Antes una cosa así no tenía importancia, pero ahora por menos de un pimiento te elevan la denuncia al tribunal internacional de Estrasburgo. Y si me citan en invierno, ¿qué hago yo un día de invierno en Estrasburgo?... Y si me citan en verano, ¿qué ropa me pongo?... Porque esa es otra, como no lo tengo por la mano yo no sé cuál es la ropa adecuada que debe uno ponerse para comparecer ante el tribunal de Estrasburgo... En fin, que todo son problemas...

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