las semanas y mis cosas (II)

Si la idea inicial de escribir bajo este título crecedero era hacer un resumen semanal de las cosas que me pasan (que si lo pienso dos veces, a quién le interesa mujer escríbete un diario), la ejecución del plan ha salido tirando a chapuza. 

Ya han pasado -si no he contado mal, que con estas penumbras en las que me gusta vivir podría haber ocurrido- ya han pasado, escribía, siete semanas desde que comenzó el año. Siete semanas, bueno seis, en las que he pasado por alto escribir sobre mis cosas. Semanas en las que he viajado, he reído, no he llorado, me he enfadado, he leído, no me han pasado cosas raras en pijama, me he creado excusas rarísimas para no ir al gimnasio, me he reunido, he trabajado, he estado dolorida, me han ayudado papiymami, nos hemos examinado (cuando una tiene hijos, vuelve a examinarse de fracciones, mesopotamias y metonimias), en fin, tantas cosas que he dejado de escribir por mi pereza legendaria que basta.

Mejor basta y empiezo con esta semana del 10 de febrero en la que -vayahombre- básicamente he estado en la cama.

Ha sido una semana muy tranquila, sólo zarandeada por esos ratitos alegres de comer con los pins. 

Como le escribía hace un rato a un amigo, he pasado una "minivida feliz, alejada del rollazo del trabajo, rodeada de gente que me hace mimitos y la comida y con tiempo suficiente para descansar, dormir, leer (aunque no leo nada) y básicamente estar tumbada. He visto la nieve desde dentro, calentita de mantas y té. He escuchado el sonido de la lluvia entre sueños. He metido a mis bebés en la cama y hemos leído historias y hablado de nuestras cosas. En fin. La vidorra."

Una vidorra que llega a su fin, pero que pienso terminar con calma. Me voy a dar una semanita de transición antes de ese iryvenir estresado de trabajo e hijos en el que me instalaré en cuanto pueda moverme con gracia.

Además de estas cosas, me he obsesionado ligeramente con adelgazar. Las medicinas del último año me han obelixado un tanto y con estas lorzas no voy a quedar ni bien haciendo la croqueta por las dunas de Fuerteventura. Evidentemente, cualquier iniciativa al respecto no va a mejorar el tema de cara al fin de semana, peerooo sí puede hacerlo con un objetivo cuarentón: quitarme el sayo en mayo y lucir figurín.

Qué más, leer no leo nada, pero estoy enganchada a las Clases de literatura de Cortázar. También me gustaría acabar un libro sobre Rossana Rossanda (en otra vida yo quiero llamarme así, con un toque delicioso de declinación latina), pero esto ya lo contaré más adelante.

Y hoy, por fin, hace un rato, he conseguido sentarme en mi zafú nuevo y respirar profundo y meditar. Y me ha debido salir bien, porque ya veis, he conseguido volver y contar por fin una semana con sus cosas y ahora para acabar el domingo voy a hacer una llamadita y hasta que vuelva por aquí, os dejo con una gran sonrisa y mis mejores deseos para todo lo que nos pase en esta nueva semana que está a punto de empezar.

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