no por mucho madrugar

No madrugar debería ser un derecho fundamental, de esos del 14 al 29 más el 30.2. De proteger con la vida, vamos, si fuera menester. A quien madruga jajajajaja. A quien madruga nada. A quien madruga por defecto le tiene que ir mal. El que madruga es un pobrecillo esclavo de su vida.

Me espanta madrugar. Me catapulta al planeta del mal humor. Me hunde un poco más en el colchón. El despertador es un instrumento de tortura. El despertador máquina, digo. El despertador humano también, pero dependiendo del modo y de las horas hasta puede resultar aceptable.
Pocas cosas me gustan menos que despertarme antes de que amanezca. Hoy sin ir más lejos. Estridencia a las 7:00h y así cada 5 minutos hasta el inevitable caerse de la cama. Hace frio. He arrastrado mis pies hasta batakurt y de ahí a la cocina, a la leche y los cereales y la kettle. Desayuno somnoliento para C y tecito mío, de entrar en calor. Quien afirme preparar a esas horas copiosos desayunos con frutitas peladas, zumos y flores miente.

Miro hacia la ventana. Es negro y Gato no ha regresado. Más arrastrar de pieses esta vez de la cocina al salón. C no viene. Me abrazo con batakurt mientras me siento. Apoyo la cabeza en mano derecha, el codo sobre la mesa. La mano izquierda se calienta con la taza y así me quedo frit hasta que por fin –más bien tarde- C llega al desayuno monísima y con ganas de hablar.

Cuando madrugo no hablo, gruño. No hablo, me enfurruño. No hablo, me voy. Cuando madrugo soy un orco.

Madrugar es morirse un poco. Madrugar es una mierda. Madrugar es mal.

El caso es que la palabra sí es bonita. Me gusta. M A D R U G A R. Como amanecer. A M A N E C E R. Así visto, despertarse antes de que empiece a aparecer la luz del día es hasta romántico. Y debe ser chulo. Lo chungo es despertarse obligatoriamente antes de que empiece a aparecer la luz del día.

Lo chungo es madrugar porque no queda más remedio. Porque C coge el autobús a las ochomenoscuarto. Porque hay reunión. Porque hay atasco. Porque vivo a más de 50 malditos kilómetros de mi puesto de trabajo. O a dos autobuses y un tren (vale que ahora mismo no es el caso, pero durante mucho tiempo lo fue y sé perfectamente lo que escribo). Madrugar porque suena el condenado artefacto torturador y eres esclavo de tu vida. Madrugar porque no te queda la opción b, la chula, la de dejar que la propia mañana con sus ruidos y sus soles vaya trayéndote poco a poco al mundo de los que se desperezan.

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