volver

Me impresiona el impacto vital de siete días de mar. Siete días que me traen volando de vuelta al pueblecito del que salí y del que casi llegué a olvidarme. Esto del olvido es muy lírico, pero poco real. Lo que sí es cierto es que esta mañana he sufrido un bajonazo vital de dimensiones estratosféricas.

Durante estos días, que no han estado precisamente exentos de estrés, he conseguido desconectar el enchufe que me catapulta a la realidad. Me he sentado a la orilla de un mar tardío y he disfrutado del olor, del anochecer, de la brisa, de los pies que se mojan inesperadamente, de ver a mis hijos disfrutar en un agua azul plata y del nada que hacer.

Durante esos momentos (cortos, ay los pins), las preocupaciones se expanden por otras dimensiones y los doloresdepueblo se mitigan tanto que consigo relativizarlos y así zas! la vuelta al enchufe y al planeta del que procedo se convierte en una experiencia-zarandeo monumental.

Supongo que antes de que acabe la semana ya estaré entonada y la vida retomará su pulso natural, que no es que yo viva mal, es sólo que las cosas con el mar de horizonte son mucho más bonitas.

Y por lo demás, todo en orden. Mini se casó con muchos colorines. M cumplió 9 añazos -mi bebé- y celebramos la noche del puercoespín y ahora cumple C (12) y se casa meteorólogo. Todo muy capicúa.

Entre todo y todo, el trabajo que sigue, los planes en marcha, los libros que faltan, las expos que vienen y disfrutar de las noches de verano que siempre me han parecido estupendas.

Felices noches a tod@s también. 

Y feliz vuelta, sea cuando sea y de donde sea que volváis.

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