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Mayo tampoco ha sido extraordinario en libros. Tantos to dos no favorecen un espíritu reposado, necesario sin duda para esto tan fascinante de leer.

Desde luego, junio ha empezado diferente. Es probable que tenga mucho más que contar al respecto el mes que viene. Pero de momento quedémonos en mayo, con su mal tiempo y la frenética actividad.

En mayo he leido cuatro historias y un pequeño libro de poemas. A saber:

El cumpleaños secreto, de Kate Morton. El guardían invisible, de Dolores Redondo. La danza de los malditos, de Miguel Abollado. Thoreau - La vida sublime, de Maximilien Le Roy y A. Dan y Aquí, de Wislawa Szymborska.

Nunca hasta ahora había leído libros de Kate Morton. Parece ser que es una autora prolija en historias familiares enrevesadas y duraderas a lo largo del tiempo. En este caso, la historia se divide en tres espacios temporales y se articula en torno a una mujer. Cronológicamente le ocurre algo durante la II WWW que cambia su destino. Un par de décadas después un resquicio de ese pasado vuelve para no quedarse, ya que la mujer acaba con él y en la época actual, estando ella ya que se muere, una de sus hijas recuerda lo del medio y empieza a investigar y descubre la vida primera de la madre, oculta hasta entonces tras la pátina rosa de su segunda vida.

Un libro que compré en el súper (parece que por fin nos ha llegado esa moda tan británica de vender libros en centros otrora dedicados a comidas y detergentes) y que -como dice madre- por donde pasa moja.

En lo que respecta a El guardían invisible, regalo de jefeamigo Óscar por mi cumple, me ha gustado. Eso sí, el final es lamentable. Con el final no me refiero al desenlace, sino a las dos últimas hojas, que sobran infinito.

Este libro es policíaco y ambientado en Navarra. Entre nosotros, me encantan las novelas de intriga que ocurren en España. Sé pronunciar los nombres de los polis y los de los pueblos y las calles y entiendo el carácter de los personajes. No renuncio a los suecos, pero pordios que qué alegría cuando el autor es español. Igual me pasa con Domingo Villar o con uno que estoy leyendo ahora: Los crímenes de la Gran Vía. ¿No es una maravilla? Los crímenes de la Gran Vía. Tan familiar y eso.

Total, que éste del guardían me ha gustado. Es una historia de intriga, con un asesino en serie. Una poli que ha estudiado en quantico. Basajaunes (seres del bosque). Ciencia, creencia, historias familiares, asesinos varios y un equipo policial que puede con todo. Buen desenlace -ya lo he escrito- lamentable final.

En cuanto al libro de Miguel Abollado me gusta precisamente eso, que es de Miguel Abollado. Resulta que el autor y yo compartimos colegio, no amistad (yo más bien era amiga de su hermano Marcos). Aún no siendo amiguitos y (creo) no habiendo intercambiado una sola palabra con él en mi vida, mola leer un libro de alguien con quien has coincidido en el bucle espacio-temporal. Resulta que cuando escribe sobre la profesora Chelo es tu profesora Chelo y le pones la cara exacta y sabes mejor que muchos de qué está hablado el prota.

El libro me lo regaló meteorólogo también por mi cumple. Muy ilusionado por la feliz coincidencia de nuestras vidas en común con el escritor. A pesar de algunos problemillas con los tiempos verbales y un par de cosas más que podrían mejorarse en sucesivas ediciones (ya van dos), me ha gustado. También es de intriga. En este caso, la historia se desarrolla en Madrid -en un barrio también muy mío- y gira alrededor de unos bocetos de Goya que componen un cuadro escondido por el que varios personajes incluso matan.

El libro sobre Thoreau es una novela gráfica, muy en la línea de la de Virginia Woolf que ya comenté aquí, aunque bastante más simple en cuanto a su contenido. Las dos son de Impedimenta (editorial) y se nota. No ahonda mucho en la vida de Thoreau, pero para eso ya tengo el primer volumen de sus diarios y Walden, que lo mismo releo un día de estos.

Y por último, Aquí. Descubrí el año pasado a Szymbosrka, mientra preparaba mi intervención en la apertura de las actividades por el Día Mundial de la Poesía. Tiene esta autora un poema precioso sobre la poesía. Este año, uno de los intervinientes en el mismo evento leyó otro poema de ella y quedé tan encandilada que me he hecho fan. Aquí es un librito mínimo y a la vez infinito.

Mirad qué hermoso:

Vermeer

Mientras esa mujer del Rijksmuseum
con esa calma y concentración pintadas
siga vertiendo día tras día
leche de la jarra al cuenco
no merecerá el Mundo
el fin del mundo.

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