los días que vienen

Tengo bastantes planes e ideas que poner en marcha en estos días que llegan tan a lo suyo.

Un cursito de cupcakes con las chulis, unas cuantas exposiciones (una de ellas con pins), preparativos para la boda de mini, recicladitas varias (miles de botones me esperan para convertirse en cortina), una columna jónica de libros, escribir la historia ficción de Serafín Encabo Salazar, cienes de planes y reuniones laborales, todo muy enérgico y primaveral, que luego llega el verano y la calma chicha de los cuarenta grados.

Así que los días que vienen se presentan llenos de proyectos y eso, amigos, es bien. En los últimos días despertarme y saltar de la cama es bastante correlativo para lo que suelo ser. Estoy con ganas y fuerzas y planeo, proyecto y ejecuto con bastante buen ritmo.

Y en esta vorágine, ando a la caza de lucimomentos. Ratos ajenos al planeta de la obligación, en los que dedicarme la mejor sonrisa y un poco de paz.

Hoy sin ir más lejos puedo tener una tarde zen. Con un poco de suerte -y un parón laboral inaplazable- voy a organizarme un antes y un después estupendo y creo que lector, que ando enganchada al libro de ahí arriba a la derecha y con ganas de muchos de los que me han regalado en mi cumpleaños feliz.

Y como si sigo con esto no avanzo el zen, me voy con la promesa de volver no tardando mucho a contaros cosillas de la nueva habitante de casa que, ya adelanto, es escultura y especial.

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