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Ésta es la segunda cosita que tenía para hoy, por no dejarlo para mañana que nunca se sabe el tiempo que me va a dejar el montón de cosas que seguro me tira por encima el lunes.

Febrero ha sido un mes raro de leer. Raro porque he empezado mucho y he acabado muy poco y lo poco que he acabado han sido comics y poemarios.

En particular, La niña de sus ojos, de Mary M. Talbot, Dublinés, de Alfonso Zapico, la Antología de Spoon River de la que ya escribí por aquí mis impresiones, Stoner (vaya, había olvidado éste, que es novela), de John Williams y El viento comenzó a mecer la lluvia, una antología ilustrada de poemas de Emily Dickinson.

Aparte de lo que ya conté sobre Spoon River, de lo leído me quedo con las dos novelas gráficas. Las dos relativas a Joyce, así que he decidido intentar de nuevo Ulises. Os iré contando mis avances al respecto. 

La niña de sus ojos toca a Joyce de refilón, ya que es una novela sobre la vida de su hija, Lucía. Es un libro curioso porque entrelaza dos relaciones padre-hija. La de los Joyce y la de la propia autora con su padre, casualmente experto en la obra del escritor irlandés. Dos relaciones muy diferentes, dos contextos históricos y sociales diferentes, dos destinos también diferentes, los de Lucía y la propia autora.

Las ilustraciones son de Bryan Talbot, marido de Mary. Todo muy organizado y familiar. 

Después de leer éste me regalaron -un acierto- Dublinés, éste sí, centrado en la vida del escritor, en sus viajes, en sus penurias, en sus posiciones políticas o en sus relaciones familiares y con otros escritores, artistas o figuras notables de principios del siglo pasado. 

Entre uno y otro hay datos que no me cuadran, así que tengo previsto revisar la biografía de Joyce, mientras -ya os he contado- me meto de lleno en el día de Bloom.

En cualquier caso, los dos me han gustado y los dos recomiendo con la alegría del descubrimiento reciente de estas cosas fantásticas que son las novelas gráficas.

En cuanto a Stoner, es una novela apacible. Cuenta la historia de una persona, Stoner, desde su infancia hasta su muerte. No hay grandes altibajos, no hay asesinatos, no hay nada discordante, nada que altere la vida del protagonista más allá de las cosas normales que pasan todos los días. Discusiones con compañeros de trabajo, un matrimonio desgraciado... El protagonista es un hombre de campo que se convierte en profesor de universidad y prácticamente ya.

Aunque os pueda parecer que no, es que sí. Es un libro muy tranquilo, que engancha a pesar de la línea que es la vida del prota. Los personajes están muy bien construidos, son muy creíbles. Los ves. Y cuando muere de viejecito -y esto no es chafarlo- cierras el libro y te quedas pensando en lo que has leído. 

En cuanto a Emily Dickinson, reconozco que tengo que seguir intentándolo. No acabo de encontrar en sus poemas eso que a todo el mundo emociona. No lo encontré cuando estudié su vidaobra ni lo encuentro en este librito de febrero, muy delicado, con unas ilustraciones muy evocadoras, pero no.

Si alguien puede recomendarme u orientarme al respecto quedaría muy agradecida, que me da rabia no dar con eso que emociona.

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