una entrada edulcorada

Ayer me preguntó C por mi primer novio (¿era guapo?) y todo lo que nos llevó al romance. Ella no quiere novios por ahora, ffff, pero parece que va empezando a interesarse por estas cosillas tan pichis.

Yo fui tardía en novios, tardía y ahora que lo pienso bastante escasa, pero vamos, que ése no es el tema. El tema es que a raíz del novio y de aljardíndelaalegríaquieremimadrequevaaaaya, llevo dos días de madre cuentabatallitas. Se acercan con paso firme los cuarenta. Mucho buf.

Entre mis batallitas se esconden libros, historias y autores. Los pins están en esa fase en la que lo mismo les da un affair que un libro. Esta mañana ha sido Joyce. No es que yo sea una loca del bloomsday, que no (ni siquiera he estado  -espero enmendarlo pronto- en Dublín). Sé lo justito de él y aunque poseo un Ulises nunca me he enfrentado en serio al libro. Hoy tengo la impresión de que el momento ha llegado (cada cosa a su tiempo, ya se sabe). El caso es que estoy leyendo Dublinés y esta mañana lo he compartido con C, como los zapatos, que también compartimos.
 
Quiere que le cuente historias. Lo dicho. Igual le da de novios que de libros. Y como M la sigue con admiración, lo mismo le da a él también. Y a mí que me faltan minutos para hablar... feliz de hijos que quieren historias.

Tengo historias reales, historias basadas en hechos reales, historias infantiles, juveniles y adultas, historias leídas, historias escuchadas. Tengo las mismas historias que vidas. Afortunadamente también tengo un gran memoria y por si llegara algún día a fallar, historias inventadas.

Tengo también ganas de contarselas a ellos. Es alucinante empezar a contar algo tan de una a hijos tan de una. Mirarles las caritas de interés mientras paseo por mis recuerdos, todos tan edulcorados que parecen vainilla. Que al fin y al cabo son chiquitos y de momento a cada edad sus posibilidades de entendiemiento.

Mis historias de algodón de azúcar les hacen gracia y les producen curiosidad. Me gusta hacerles reír y también me gusta hacerles pensar.

Lo mismo resulto un poco näif, pero es lo que hay.

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