un libro

Antología de Spoon River, de Edgar Lee Masters.

Hace no mucho escribía sobre los libros que me gritan un día tras otro, desde su montón en la librería. Lo hice pensando en éste que veis a vuestra izquierdita.

Fueron varias las tardes que pasé a su lado y cogí un ejemplar y lo hojeé y lo dejé. Hace poco me rendí. Saqué la banderita blanca -nos vale un cleenex de alergia de febrero- y me lo llevé puesto, que eso que hacía de mini con los zapatos que me gustaban un porrón.

Me ha encandilado.

No voy a entrar a valorar su forma, ya sabéis, recursos retóricos, lenguaje, rima (sí, es un poemario) y sutilezas creativas. El libro me ha gustado y punto. Me ha encantado. Me ha entusiasmado.

Se trata de un libro publicado en Nueva York a principios del siglo XX. Lo componen 245 poemas prologados por "la colina" y epilogados por un poema y un textito teatral.

Los poemas, los 245, son epitafios imaginarios de las tumbas del cementerio de Spoon River, a través de los cuales sus habitantes se definen, discuten, revelan secretos y van mostrándonos una época de la vida de este pueblo: la de su transformación en ciudad, así como episodios del momento histórico en el que fueron escritos.

Parece que el avance de la civilización llevó aparejadas luchas entre los débiles y los poderosos, el hundimiento del idealismo, la desmoralización del sistema judicial, la lucha entre la moral provinciana y la especulación voraz. La codicia. Los muertos nos cuentan la vida real, lo que vivieron, sus opiniones sobre sus vecinos, sobre Spoon River. Ya no se sienten reprimidos (en fin, están muertos) y nos hacen llegar sus recuerdos, envidias y pasiones creando entre todos una visión bastante afortunada de lo que sucedió en su pueblo. Una visión que por lo que intuimos, difiere bastante de la oficial.

El libro entero es un símbolo. Pero es que cada poema también simboliza algo y los textos en conjunto componen la gran imagen de la ciudad descrita.

Muchos de los poemas se refieren al binomio vida/muerte, como la metáfora que es Tom Beatty:

Fui abogado, como Harmon Whitney,
Kinsey Keene o Garrison Standard,
pues estuve atento a los derechos de la propiedad,
pero a la luz de una lámpara durante treinta años
en la sala de póker que hay en el teatro.
Y os digo que la vida es un jugador
que nos saca mucha ventaja.
No hay alcalde que pueda cerrar el establecimiento.
Y si pierdes, ya puedes ponerte como te dé la gana
que no se te devolverá la pasta.
La vida se las arregla para que sea muy difícil ganar,
prepara las cartas para pillarte el punto débil
y no enfrentarse contigo.
Y te da setenta años para jugar,
porque si no puedes ganar en setenta
no lo harás nunca.
Así que, cuando pierdes, ¡fuera de la sala!,
a la calle cuando tu tiempo se terminó.
Es humillante sentarte y manejar con torpeza las cartas,
y maldecir tus pérdidas, los ojos plomizos,
lloriqueando para que te dejen intentarlo de nuevo.

Os pondría aquí casi casi todos los poemas del libro, pero si eso os lo compráis y así fomentamos un poquito entre todos este mundillo tan en crisis de valores que es el editorial.

Desde mi punto de vista (¡ojo!), es un libro muy recomendable. Claro, que a mí me apasionan la literatura y la historia norteamericana de los siglos XVIII y XIX. Para los que no compartís gustos, también apuesto por él. Creo sinceramente que es un libro que no genera indiferencia.

Para terminar con el entusiamo éste que me ha transmitido la Antología, os dejo otro de los poemas:

La esposa de Charles Bliss

El reverendo Wiley me aconsejó que no me divorciara
por el bien de mis hijos.
Y el juez Somers le aconsejó lo mismo a él.
Así que seguimos juntos hasta el final del camino.
Pero dos de nuestros hijos se pusieron de su parte
y los otros dos de la mía.
Los dos que estaban de su parte me echaban la culpa
y los dos que estaban de la mía le echaban la culpa a él,
todos se preocupaban por el suyo
y se sentían culpables por tener que elegir,
con el alma torturada por no poder admirarnos
del mismo modo a ambos.
Todo jardinero sabe que las plantas que crecen en sótanos
o bajo las piedras son retorcidas, débiles y amarillas.
Y ninguna madre dejaría que su bebé mamara
la leche enferma de su pecho.
Sin embargo, jueces y predicadores nos aconsejan criar
sus almas
donde no hay sol sino crepúsculo,
donde no hay calor sino frío y humedad...
¡predicadores y jueces!

Antología de Spoon River (edición completa)
Edgar Lee Masters
Bartleby Editores
Madrid 2012

Edición bilingüe
Traducción, prólogo y notas de Jaime Priede

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