a media luz

Después de una jornada de mucho hacer y una tarde en duermevela, me encuentro con la tranquilidad de casi las nueve, jeff gardner acompañando al incienso en su vuelo por el salón, gato adormilado sobre el imposible borde del respaldo del sofá y yo, con la calefacción a tope, empijamada y arropada con una mantita.

Que qué maravilla el invierno, oyes, pero cómo me gusta el verano con sus calores aplastantes y la lentitud del camino del sol.

Y así estoy. Tranquila, haciendo listas, haciendo bizcochos de mandarina y mascarpone, leyendo (esta madrugada -sí, me desvelé a las cinco- he terminado resurrección, una novela gótica con pavorosas faltas de ortografía de la que aún no tengo claro si hablaré por aquí) y ahora escribiendo un poquito.

En un rato un poco de cenar y la intención no muy firme de acostarme pronto y comenzar alguno de los libros (i) que me han traído los reyes (ii) que mi arrebato librero va acumulando en estanterías, suelos y rincones.

Lo del frío es para comentar. Qué mal me sienta salir de la calefacción a esta niebla que se cuela como un reptil entre la ropa y consigue congelarme para el siemprejamás del día. Las manos heladas, a pesar de las manoplas, los pies helados, las ideas heladas y las ganas proyectando un par de tardes de sur.

Ay, proyectos proyectos proyectos. Todo en proyecto.

Hoy por lo menos, en el trabajo, he puesto pilas de enero a mi equipo y el engranaje está en marcha para que muchas cositas vayan dando el paso firme de proyecto a realidad.

Por lo demás, parece que mejor de sangre y mejor de sangre es mejor de todo.

Muy buenas noches a todos y feliz día a todos también, en riguroso orden de lectura.

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