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Mostrando entradas de abril, 2011

para los que se cabrean porque no sigo la corriente

No soy políticamente correcta, lo que no me convierte necesariamente en maleducada. No me importa lo que penséis de mí. Soy absolutamente consecuente con mis pensamientos y con mis sentimientos. Nunca esperéis de mí lo que esperáis del resto del mundo. Soy leal y jamás ignoraré la llamada de alguien a quien quiero, aunque eso no signifique que me pase el día pegada a las personas a las que quiero o incluso que me preocupen sus quehaceres diarios. Me gusta que la gente que me rodea sonría. Tanto, que mis penas son privadas. Escucho más que hablo y tengo la capacidad de ver más allá de lo que ven otras personas. A veces, entre lo que escucho, lo que veo y lo que siento no me hace falta preguntar. No sé qué es la autoestima, pero tengo un amor propio envidiable, que es el que me va colocando poco a poco en los lugares a los que quiero llegar. Lloro de rabia y de impotencia y de tristeza infinita y cuando basta abro la puerta y busco soluciones. No me gustan los enfrentamientos, aunque soy

la bata

Tengo una bata tremenda. Sé que reconocerme en bata ya mata cualquier imagen sofisticada que os hayáis elaborado de mí, así que para pasar este trago de la mejor manera posible, a partir de ahora escribiré sobre mi dressing gown, un término mucho más cosmopolita y sugerente. Aunque en estos momentos me espanto, a mi favor tengo que el dressing gown no es de ruloempanadillas, sino una compleja prenda de forro polar, a caballo entre el albornoz y el kimono. Aunque es morado es bastante poco femenino. O me queda bastante mal, que también puede ser. Como cada mañana hasta que no alcancemos los 40º, me he enrrollado dentro de este montón de tela calentita. Normalmente la abandono rápido por otras ropas más monas y sobre todo más apropiadas para salir de casa, pero hoy no ha sido así y de ahí el horror. He bajado las escaleritas del porche con un aspecto muy poco seductor... y me he acordado de un actor que en una peli americana salía igual de destrozado a coger el periódico. Aunque he inten

much ado about nothing

Llevo un par de días con este mucho ruido y pocas nueces en la cabeza, preparados listos ya y nada, no arranca, así que lo pongo aquí de título para darle algo de vidilla y me dedico a contar mi día veintinosécuantos de abril, que sin ser especialmente festivo, no ha estado mal. Como hasta mañana no hay cole, he disfrutado del último despertar mágico. Habitualmente mis mañanas son de espanto. Dicen que tener pins es preciosísimo, pero hay momentos -y las mañanas son uno de ellos (hay más)- en los que yo cambiaría a los míos -no sé- por unos platos hondos (1) . Abro paréntesis : la parte buena es cuando llegan las vacaciones y vivo mañanas de una felicidad imposible. ¿Qué puedo decir de esos tres días en los que me desperté sola, deambulé de aquí a alla, desayuné sin voces, no repetí el vamosvamosvamosquellegamostarde ¿es que no me oíssss? ¿se puede saber a dónde vas ahoraaaaa? ¿quieres meterte en el coche de una maldiiiita vez? Cierro paréntesis . Total, que después del último desayun

mi día del libro

- Hoy es el día del libro porque nació Cervantes, ¿no? - No, porque murió - Y Shakespeare - El mismo día - El mismo año - En 1616 No dejo de sorprenderme. Se ve que acumulo datos que desparramar en la conversación menos esperada. ¿Cómo puede ser que sepa tan de sopetón eso de 1616? ¿yo? un desastre tan mono. Éste ha sido el último pensamiento que he dedicado al día del libro 2011, un día que he empezado pronto, tanteando con mi aún lentísima mano izquierda cualquiera de los libros de antes de dormir. Un ratito de leer antes del nuevo día para celebrar que es sábado, que no tengo prisa, que es el día d y no sé cuántas cosas más. Entre el desayuno y la comida me he dejado caer por una de mis libres preferidas. Me encantaría contar que me he comprado esto y aquello, pero no ha sido así. No he encontrado nada que me haya llamado la atención, así que me he mercado una novelita de intriga y un librito de Susanna Tamaro que ha elegido C especialmente para mí. Comilona santera y a pasear con e

las propiedades de la lluvia

Inflarme a chocolate no es en absoluto la mejor manera de solucionar los problemas, pero de momento ayuda. Escribo el de momento con toda la intención. La experiencia me dice que además de mantener el problema, el chocolatracón amplía la molesta sensación que me produce el ser una mujer sin voluntad. Con esto no quedan dudas: hoy ha sido un día chocolateado. Afortunadamente ha sido y ahora estoy por fin en la cama, fuera llueve y he previsto una noche de ordenar y libros, aunque me temo que el ritmo de la lluvia y la noche oscura me van a ir cerrando los ojos pero que ya. Me encanta la lluvia. Me apasiona la lluvia. Adoro las tormentas. Desde siempre. Esta tarde he salido a pasear en pleno aguacero y ahora lo haría si no estuviera tan empaquetada. Los relámpagos, los truenos... los truenos hasta me emocionan. Y lo más curioso es que la lluvia me inspira. El binomio lluvia sequía se convierte en la mejor metáfora de mis desvelos creativos. Cuando llueve como hoy, me sorprendo recreándo

Las locas vanidades

Desde que renombré este blog (hago saber que antes se llamaba un día de lluvia) han sido varias las veces que he pensado en aclarar de dónde salen estas vanidades, y hoy de repente, supongo que por haber oído a S recitar la frase, he buscado la cita y he decidido releer el libro. Esta frase es la terminación irónica de un pensamiento que Virginia Woolf deja caer en Una habitación propia . La transcribo: “(...) era la afirmación del profesor sobre la inferioridad mental, moral y física de las mujeres. Mi corazón había dado un brinco. Mis mejillas habían ardido. Me había ruborizado de cólera. No había nada particularmente sorprendente en esta reacción. A una no le gusta que le digan que es inferior por naturaleza a un hombrecito -miré al estudiante que estaba a mi lado- que respira ruidosamente, usa corbata de nudo fijo y lleva quince días sin afeitarse. Una tiene sus locas vanidades.” Leí Una habitación propia por primera vez hace no mucho, una noche en la que me quedé a dormir en casa

sois unos sosos

Mucho mensajito privado, mucho sms, algún me gusta feisbuquil... ¿es que nadie participa en nada? ¿sabéis la alegría que me daría que saliérais a la luz? ¿sabéis lo que me cabrean vuestros miedos o vergüenzas? De verdad sois muy sos@s . Perdonad este desliz de mal humor que de antemano sé que no va llegar a ningún sitio (volveré a recibir comentarios privadísimos), pero es que hoy me lo pedía el oído interno. A lo que iba. Hace unos días terminé de leer un libro terrible. Lo colgué por ahí y se me olvidó quitarlo a tiempo de que alguien fuera corriendo a la librería a no quedarse sin. Es un libro absurdo que cuenta una historia terriblemente vulgar, la de una mujer que desaparece a los seis meses de casarse porque lo hace con el hombre equivocado (dos amigos, ella quiere a uno pero se casa con el otro no sabemos bien por qué, el no elegido es monísimo y está forrado), que es muy celoso y la viola y la intenta matar, en fin. Se supone que es de intriga, pero es de bostezo. Como la hist

una nueva ocupación

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¡Mami! Me han regalado gusanos de seda. Mira. Puaj, ¿y no te han dado morera? ¿Qué es eso? Pues lo que comen los gusanos No, pero tú me buscas ¿no mami? Eeee… ¿Vamos hoy a comprarme unos zapatos? Pues no lo tenía previsto ¿Qué hay en esa caja? Gusanos Yo también quiero Que no los toques Y así fue como empezó la nueva experiencia maternal de los gusanos de seda. Creía que ya tenía esto de ser madre bajo control, cuando me descubrí encaramada a un árbol cogiendo ramitas para que esos diminutos bichos no murieran por mi mala gestión. Ahora los tengo en la cajita –va a ser cierto eso de que la vida da vueltas- y me gusta verles comer y crecer y seguir comiendo. C ya pasa olímpicamente de ellos y como M estuvo fuera del juego desde el principio resulta que el pinto pinto me ha señalado directamente. No sé con cuántos empezamos. O sea, no sé cuántos se han quedado en el camino (pasaron un par de días sin comidita porque –a que no lo sabéis- las moreras no crecen maldita sea en la puerta de

de risa

No es bueno reírse de los demás, lo sé, pero es que hay gente que se merece un par de buenas carcajadas, de esas que empujan los niveles de buen humor hasta el infinito. Aquí donde vivo hay un par de ejemplares francamente interesantes, y hoy me quiero sentar a escribir porque llevo dos horas instalada en la risa floja y necesito evolucionar a cosas más serias. Hoy las lágrimas de reír se han derramado por uno de ellos. El poeta local. Nuestro incomparable carlos de benito. Sería digno si no se creyera Lorca. Escribir es difícil, es un trabajo duro y cualquier persona que da sentido a tres palabras tiene toda mi consideración. Pero éste no. Las junta regulín, se pone un gorrito para dejarse caer por el pueblo y nos mira por encima de un hombro sin ortografía. Tu piel morena hace que la noche sea vastante oscura y soleada cuando tus ojos inusitados me miran Indescriptibles. Tu alcova es bonita y pulcra Jamás, es una palabra que no. Lo que se dice con un par. No me haría tanta gracia si

londres sin palabras

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Quiero colgar una entrada todo luces y sonido de mi último Londres, pero como una cosa es la intención y otra la posibilidad real de que la vida me dé un rato… la entrada Londres se está convirtiendo en una molesta entrada tapón. Desde que volví por supuesto que han pasado cosas (las últimas hoy sinirmáslejos) pero hasta que no me decida a descorchar mi cabeza el resto no va a salir. Y eso me estresa. Un montón.