el tonto

He llegado a casa hace un rato con ganas de contar un par de cosas sobre el musical que se estrena en breve con las canciones de Sabina como excusa(he estado en una “función previa”).

A ver, la escenografía es buena, los actores no lo hacen mal (aunque hay uno que pone unas caras muy raras y da un pelín de miedo... enseguida percibes que hace de muerto, y los muertos ya sabemos las caras raras que ponen). Total, que formalmente todo es súper chulo, ahora bien, como obra es un bodrio.

Primero porque rescata el millón de tópicos que nos sabemos de Sabina sin ser una obra que trate sobre él... El hilo argumental que se han inventado para encajar las canciones está lleno de putas, chulos, canallas, timos, boxeadores, el atleti, suburbios, bares. Todo muy sabiniano, hasta el bombín.

Segundo porque el argumento es una patata: unos chicos que le hacen el tocomocho a un mafioso. Así. Ya. Sin anestesia. Lo que se dice el tocomocho, el de tony leblanc de toda la vida.

Tercero por el tonto.

En la obra los personajes están definidos de una manera muy grotesca, muy burda. Y como no puede ser de otra manera... tenemos un tonto.

El tonto es boxeador. Intuimos que se ha quedado así de idiota por los golpes, aunque yo mantengo ciertas reservas. El tonto es tonto de capirote y la gente se ríe mucho con sus simplezas. Chic@s, no evolucionamos. Nos gusta reírnos del tonto. Nos encanta reírnos del tonto. Tenemos unas vidas tan miserables que nos ponen un tonto y nos hacen felices. Cómo será que es el tonto el que se ha llevado la gran ovación del público en los aplausos del por fin nos vamos (ésa soy yo).

... Seguido del pringao. Otro personaje que nos encanta, el pringao. Ése que hace de interesante pero al que se la pegan. Que se ve venir, que se ve venir, no te fíes de la chica, que te la va a meter doblada, que te está haciendo la cama... pues nada, el pringao no ve venir nada, pero mira por dónde transmite ternura, un rollo muy de madre y también se lleva aplausos. Pobre, si es que le han liao.

O sea, que nos gustan los tontos y los pringaos. Y claro, los guionistas nos ponen tontos y pringaos. Y todos tan contentos. Salimos comentando la jugada, ¿y cuando decía “por dios bendito”? Jajajajaja ¿y cuando le dice al pringao que es del atleti? Jajajajaja y así hasta el infinito y más allá.

Tampoco me ha gustado porque es muy estridente y porque -por favor- dura más de tres horas. Estoy segura de que el tocomocho se puede resumir bastante más. Habría que prescindir de algunas canciones, pero yo lo hubiera agradecido.

Y que conste que esta es mi opinión personal personalísima. Que entiendo que el resto del mundo pueda salir encantado del tocomocho sabiniano.

Yo iré a verle cantar a él, que seguro que disfruto mucho más.

Comentarios

Molando voy

Las buenas acciones y sus consecuencias

hablar

frases de pared