ganarse el cielo

Esta mañana, mientras admiraba el reportaje de cuatro páginas que el país dedica a mr, he decidido invertir esa parte rara del domingo en la que no sabemos qué hacer en preguntarme en voz alta por qué se escriben tantas gilipolleces.

La conclusión inicial -advierto que no le he dado más vueltas- es del tipo si-escribo-estas-cosas-tan-ideales-a-estas-alturas-me-tiene-que-ir-muy-bien-en-la-vida,-soy-tan-chuli. O sea, que entiendo que el que nos hace creer que mr es un super héroe (“de joven, se precipitó de noche por un barranco al volante de su coche y, cegado por la sangre coagulada que cubría sus ojos, logró liberarse de la mortaja metálica y gatear a tientas y a ciegas hasta llegar a la carretera”) ha pretendido ganarse el cielo laboral de los próximos años con el clásico método de la pelota.

abroparéntesis Por supuesto en un segundo sigo con las escribiditas de este señor, que me han encantado, peeeero es que hace un rato, leyendo el libro de Ayaan Hirsi Ali, se me han saltado las lágrimas y he pensado por segunda vez en esa frase: ganarse el cielo. Qué formas tan diferentes de vivir, la del hombre que bota y la de la mujer que no se murió “y al día siguiente tuve que ir a la escuela. En uno de mis ojos había estallado una vena, tal vez a causa de la paliza del ma a lim o por los golpes que me había propinado mi madre” cierroparéntesis.

Pero volviendo al primero -del libro ya escribiré- lo que decía, qué ejercicio tan maravilloso de florear la información.

Ya el primer párrafo atrapa, con la imagen del protagonista cabalgando sobre una ola poderosa que arriba triunfal a la playa que es la residencia presidencial. A partir de aquí, gotas de información ensalzante: la heroicidad de la sangre coagulada, su incorporación al mundo laboral con la gloria de hacerlo siendo el más joven del país, su mujer que es una “emulsión de frescura juvenil”, esos momentos de ocio en los que “se castiga en la bicicleta estática y sale a andar fuerte por las mañanas -hay que imaginarse al gigantón barbudo y algo desgarbado caminando velozmente a grandes zancadas como el señor de los bosques de la sierra madrileña”

¿Señor de los bosques? ¿De verdad todo esto es necesario?

¿De verdad nos importa que haya “bajado cuatro o cinco kilos y su figura se haya afinado bastante, de forma que la traza de su perfil sigue ahora una trayectoria mucho menos curvilínea”? ¿Es relevante para este país que sea amigo del buen comer y beber, que mantenga largas sobremesas y que sea hombre que necesita dormir sus horas (que sepáis que se irrita si no cubre sus mínimos de sueño)?

¿Qué podemos esperar del mundo si perdemos el espíritu crítico?

Me he puesto de mal humor y la calabaza lleva un buen rato fuera de control. Lo dejo por ahora, pero seguiré de cerca las escribiditas de este periodista tan mono.

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