cambiar

A pesar de cosas tan divertidas de escribir como un accidentado descenso del Sella con los pins, la vida -con sus cosas- ha dado tanto la vuelta en tan poco tiempo que el plan vacaciones en el mar ha quedado en el puesto 23 de mis prioridades.

La vida esa de la que hablo me tiene hoy en una casa nueva. Haciendo por fin lo mismo (escribir y comer conguitos), aunque con una sensación extraña, será el medio eco éste de la falta de muebles.

Dice A que todo cambio es para mejor. De eso estoy segura. De momento me ha gustado sentirme tan arropada. Resulta que no estoy sola. Toma ya.

También he tenido mudanza de despacho. Del mío pequeñito tan mono y tan feliz a otro mucho más apropiado -dicen, ay- a mi nuevo y relevante status de concejaladelegada. ¿Cómo explicar que el trabajo no depende del espacio, sino del compromiso? Imposible, sweeties.

Así que cambio doble de ubicación.

Afortunadamente todo está volviendo a su sitio y yo vuelvo a leer por las noches. La que acaba de terminar he alternado tres (entre nosotros, no sabría decir cuáles) y un par de tintines. Luego me quedé dormida y hoy el sol inunda mi nuevo salón.

Parece que todo va bien.

Espero retomar el resto de mi actividad en breve y contaros un día eso tan divertidísimo que nos ocurrió en un río hace más o menos un mes.

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