los hombres grises

Los hombres grises son invisibles. Los hombres grises no dejan rastro. Los hombres grises pueden gritar y llamar mi atención, pero desaparecen de inmediato de mis areas de interés.

Los hombres grises no existen. Mi cerebro no es capaz de asimilarlos. Y hoy, tan asombrada por haberme dado cuenta, quiero dedicar una entrada a todos ellos, a todos los hombres gris marengo que habitan en silencio este mundo de colores.

No es malo ser gris, porque nunca se es gris para todos. Los hombres grises seguro que brillan en ámbitos que yo ni siquiera sospecho. Los hombres grises también enamoran. Los hombres grises seguro que son luz para sus madres. Los hombres grises son grises para mí, para mis ansias de color, para mi forma de entender la vida.

Seguramente por eso pasan por mi lado y no les veo. No les reconozco. Los hombres grises no me interesan. No es desprecio, es que no puedo verlos. A mis ojos sólo les emociona el color y lo que no emociona pasa directamente a ese lado oscuro del cerebro en el que los restos de vida se disuelven en un lío de imagenes que no me importan.

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