el último libro

Estoy acabando un libro que se titula La niña del faro.

Antes de seguir, me apetece contar un semisecreto. Es semi porque hasta esto muy poca gente conocía mi obsesión por... los faros. Me apasionan los faros. Me los pido todos. Es saber que hay un faro cerca y no poder pensar en otra cosa. Mi viaje espectacular es una ruta de los faros. ¿Para qué me voy a ir al congo si puedo dar la vuelta a la península ibérica de cabo en cabo? Y eso sin pensar en las posibilidades que se abren fuera de aquí, claro.

Soy una friki de los cabos (sobre todo los acantilados) y de los faros que los suelen acompañar. Me impresiona ver el mar desde lo alto de un cabo, tan lleno siempre de viento y ya. Es toda una experiencia sentarse y mirar. También es cierto que hay faros y faros. Los hay perfectos, son los solitarios, enormes y majestuosos, rodeados de gaviotas y nubes, pero también hay faros engullidos en un paseo marítimo que han perdido -pobres- todo su romanticismo.

Así ahora mismo, además de algunos tormentosos en el norte de escocia -eso sí que es soledad- me vienen a la cabeza los de san vicente (aquí hice eso tan maternal de intentar transmitir algo bello a los pins... y creo que funcionó!), gata y estaca de bares, que deben haber sido los últimos. En el lado de los engullidos, me acuerdo de maspalomas -imponente, si no hubiera tanto... tanto alrededor. Luego está el faro de mi infancia, llegando a cullera, que veía desde unos cuantos kilómetros hacia valencia.

Total, que la pasión farera hace que me lance a cualquier cosa que me haga recordar... y en este caso el objeto a apresar era el libro, que compré exclusivamente por el título.

Lo que os cuento -ni siquiera me paré a apreciar la portada, que es bastante sosa, o a leer la reseña. La niña del faro. Eso bastó. Y ahora me alegra haberlo leído. El argumento es bastante normal. Cuenta dos historias paralelas -diferentes épocas, diferentes personajes- que se van entremezclando a través de las páginas y la verdad es que hay momentos en los el enlace no está del todo logrado y uno se hace un pequeño lío (también puede ser que yo no esté para lecturitas raras en este trozo de vida... lo mismo me debería dedicar a leer superhumores). El caso es que si el argumento no es de muerte, la composición del libro me ha parecido muy especial, no sé si es (i) porque me he sentido muy identificada con la forma de escribir de la autora o (ii) por la sorpresa que da -de vez en cuando- leer un libro no lineal.

No sé si es recomendable, las cosas raras es lo que tienen, pero a mí me ha interesado y lo he leído con atención, que es más de lo que puedo decir de otras muchas cosas que leo.



Comentarios

Molando voy

Las buenas acciones y sus consecuencias

hablar

frases de pared