YO

Cosas de esta vida tan paradójica... si ayer escribía sobre compartir, hoy lo que me pide el cuerpo es hacerlo sobre el egocentrismo, sobre esos mundos ajenos que giran alrededor de un YO gigante, enorme, colosal y tan tan brillante que sin mis gafas jackie me cegaría, tanto se parece al sol.

¿Qué puede llevar a personas del montón, iguales, con problemas, con una casa, con diarrea cuando toca, sin cualidades especialmente especiales, con aliento mañanero... qué demonios se activa en un cerebro para que estos tipos se crean masters del universo?

Podéis imaginar que conozco a un egocéntrico. Bueno, conozco a varios, pero éste de hoy es el puto amo de los egocéntricos y esta misma tarde he salido -mira tú por dónde- fortalecida del último e intensísimo diálogo -dame las gracias pequeña porque me esté dirigiendo a ti- que hemos mantenido.

Una, que es de naturaleza humilde, no alcanza a entender las necesidades estelares de los egocéntricos. ¿No es mucho más feliz el que hace feliz a los demás que a sí mismo? ¿No aporta mucha más paz interior dar que recibir? ¿No es infinitamente mejor sentirse parte del mundo que sentir el mundo aparte?

¿A qué lleva el desprecio?

Porque el YO es siempre desprecio al OTRO. Y el OTRO hoy, mira que he podido ser yo, en pequeñito (es que soy tan chuli). Digo he podido ser porque no lo he sido. Conocer a un egocéntrico te puede aniquilar, porque puedes acabar asombrad@ y cuando escribo asombrad@ lo hago con el inteligentísimo doble sentido boca abierta + a la sombra.

Y yo hoy ni con la boca abierta -pardillo- ni mucho menos a la sombra. Hoy te doy mil vueltas. Te las daba antes, pero no lo veía.

Ahora sí... con mis nuevas gafas antidestellos jackie te puedo mirar de frente y resultas muy pero que muy vulgar.

Comentarios

Molando voy

Las buenas acciones y sus consecuencias

hablar

frases de pared