el paréntesis

Ayer decidí que me merecía un paseo bucólico por los alrededores de mi casa, y a pesar del polen y del cansancio y del mal ánimo y del calor y de las nubes y de las curvas, en un pestañeo estaba ahí, paseando entre las jaras y jugando a los indios con mis pins.
La tarde fue un paréntesis. Y qué bien me sentó, por cierto, recobrar un poco la tranquilidad de un paseo sin cobertura, de probar la camita que C preparó para las hadas o de hacerme la víctima de las emboscadas de M y sus flechas de junco.

Cuando atravesábamos el río a la vuelta me apeteció meter las manos en el agua y la sentí tan fría y tan metida en su papel de correr y correr que me despisté el rato justo para que C&M desaparecieran de mi vista. Cuando los encontré habían empezado una conversación interesantísima sobre tarántulas, cabras y elfos.

Desconectar así es perfecto y tener la suerte de vivir en un parque regional... sensacional.

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