de compras

no sigo tendencias, no soy chupi, no me cambio el color del pelo, pego más en la casa de la pradera que en desayuno con diamantes y sí, me cabrea ir de compras. Y me cabrea por varias razones. Y las voy a contar, claro. No os queda otra.

Antes de nada, esto viene a cuento de ayer. Ya habréis barruntado que tuve la mala idea de ir a comprarme unos vestiditos de flores para saltar conjuntada entre las amapolas y que por supuesto volví vacía de vestiditos y llena de cajas de chocolate.

Vamos al despelleje.

¿La ropa trendy es fea o es que yo no me entero?
Llego a cualquier tiendecita y en la misma puerta me empiezo a poner de mala leche. Vestidos tremendos a un lado, camisolas (sólo la palabra ya merece un post) de estampados frenéticos al otro. Y otravezno,porfavor quehayaalgo, por favor. A veces hago el intento de dar un paso al frente. Incluso puede que llegue a tocar alguna prenda. Es más, puedo hasta atreverme con el precio. ¿65 EUROS ESTA MIERDA? No hay paciencia en el mundo que pueda llevarme de compras.


La única causa que puede frenar en seco mi retirada a discreción es que el apartado básicos se divise desde la puerta. Ya sabéis, ropa normal de esa que nunca dice nada. Camisetas lisas, pantalones negros y a ser posible de sport, sosadas de esas que me hacen sentir menos rarita -lo que mola salir de la tienda con una bolsita, aunque sea de antifashions.


Los probadores o esos cuchitriles malolientes en los que siempre se me queda un pie atascado en el pantalón
. Desde hace exactamente 5 años no uso probadores. Me llevo la ropa así, a ojo, y si luego no me vale ya decido si la regalo o la devuelvo, según. ¿Hay algo más terrible que cambiarse de ropa en un probador? Pues sí, que la cosa te guste pero te quede mal. Búscate la vida, mari. Y te vistes y sales y mierdanohaytalla, pero pruébate este otro modelo y coges todas las tallas del otro modelo y te lo pones y no. Quieres el otro por dios, pero en grande. Y ya no te gusta nada y ya te da igual que algún mirón te vea con el culo en pompa a través de las cortinas que -demonios- nunca cubren toda la mierda de hueco.

Mejor sola que acompañada. Siempre.
Odiando el fascinante mundo de las compras como lo odio, suelo ir sola para no espantar a esa gente que me quiere y que todavía piensa que puedo llegar a ser normal. A veces no me queda otra que ir con los pins. Los pobres aún me quieren a rabiar y no se plantean si mami es un poco troll pero yo lo paso fatal, porque a lo del culo y las tallas y la ropa y los espejos desfiguradores... a todo, hay que añadir a M colándose en probadores ajenos (le he visto las tetas a esa señora, qué goooordas), a C robando un pintauñas malva, mira qué chulo ¿de dónde lo has sacado? M ven aquí, perdón el niño errr ya sabe, no no sé, de la tienda de al lado, señora ¿esta falda es suya? ¿señora? ¿es a mí? Mamá se te ven las bragas.

Mis shopping days suelen acabar mal, conmigo llorando en el suelo del probador por fea por impaciente por gorda por madre sudorosa por peluda por lo que pude llegar a ser por aquél idiota que me dejó en el 90 porque no me vale nada porque no me gusta nada porque es la última vez que hago esta estupidez porque con lo bien que estaría en casa porque -mierda- ¿qué hora es? no pueeeedeeee serrrr. Eeeeh! Que sigo aquíiiiiiiiiii. Aaaarrrghhhhhh y al suelo.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
No sabes como te entiendo... no digo más porque comento un post dentro de tu post...

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