lo que leo - sin novedad en el frente

Lo malo de proponerse tareas es obligarse a cumplirlas. La idea de escribir sobre libros con británica puntualidad (domingo de madrugada) puede ser supercali... en el mundo de las ideas. Pero llegan las semanas con sus chorradas y se acumulan obligaciones y desaparece el tiempo y la tarea, que es ya obligación, deja de ser espontánea y en qué estaría yo pensando en diciembre, que alguien me lo diga.

Todo esto para contar que hoy tampoco critico, sino escribo que empiezo otros dos libros.

La puerta de la luna, con el subtítulo cuentos completos, que es un libro obligación (ay cuando le confiese al librero que me he echado a la espalda otra). Es una recopilación de los cuentos de Ana María Matute de la que tendré que elegir un texto para el encuentro literario que organizo algunos viernes por la tarde.

Prepararlo y pensar en hacerlo me da una pereza bárbara, pero la verdad es que cuando llega el momento disfruto bastante de la experiencia. La idea es entregar un texto a las 8/9 personas que suelen venir, hago una introducción previa sobre el autor y las peculiaridades del texto o los temas/recursos que luego me interesa desarrollar, lo leemos entre todos y luego se comenta. Es curioso cómo vuela el tiempo, de pronto son las once y nos quedamos con ganas de seguir pero ay, en algún momento llega el ya.

Así que en esas estoy. El 11 de febrero Matute y el 25 Amy Hempel, sobre la que inevitablemente escribiré aquí un día de estos.

En lo que respecta al de la luna, me lo apunto para el día 13. Seguro que entonces -con tanta historia- podré contar algo que tenga interés.

El otro libro que he rescatado hoy de una estantería es un ensayo de Caro Baroja: Las brujas y su mundo.

Por saber de dónde vengo más que nada.

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