terror en el hipermercado

De vez en cuando un catastrófico error de cálculo me catapulta a una gran superficie comercial, de esas llenas de brillos, olores y colores tan seductores que me lo envuelve todo para regalo, por favor.

Una vez, sólo una vez, me adentré en el resplandor con emoción contenida. Trabajaba en profacility (la mejor empresa de gestión de inmuebles de espaÑa) y acababa de descubrir el interesantísimo mundo de las cesiones de mall, que es una chorrada pero qué bien queda en cualquier conversación empresarial, oyes.

- Estamos negociando las cesiones de mall del LunaLlena

- ¿En serio? ¿Estáis gestionando el LunaLlena? ¿Cuándo estará operativo?

Y así hasta el infinito y más allá.

A lo que iba... que aunque los centros comerciales me espantan, hoy he sucumbido a los cantos de sirena (sirena... andy y lucas... en fin, qué más da) de uno de ellos y aaaarrrghhhhhhh en el comercio cabecera -ese que es como ir al campo pero todo junto- he descubierto dos cosas no sé si raras o tristes.

La primera es que no entiendo la estrategia de marketing de mezclar los plátanos con las bragas. Supongo que soy yo, que de tan sencilla paso por los plátanos y ni plátanos ni bragas, ya ves, y que el mundo real está lleno de maris y luisis descontrolados e insatisfechos.

- Mira qué sueter (¿?) tan atrevido

- Échalo al carro cari

- Pues esta sandía no tiene nada de mala pinta

- ¿la sandía no se come en verano?

- Estas serán de invernadero

- Coge dos, no vaya a ser que nos quedemos sin ellas

Repuesta del impacto inicial y sin perder de vista el objetivo a cumplir (una agenda, por favor) he puesto rumbo al sector librosdiscos-batidoras-jabonesíntimos-productosestrellaa1euroelpar: al parecer por ahí cerca está el papelería-pañales-juguetes-y-mermeladas, al que no he conseguido ooooooohh llegar (le pediré a mi amiga Susanne que me haga una agenda, que es lo que tenía que haber hecho desde el principio).

Total, que en medio de todo eso me he quedado paralizada reflexionando sobre la segunda cosa rara o triste: ¿Por qué ponen códigos civiles al lado de libros de viajes? O sea, primero ¿por qué venden en un sitio así códigos civiles, leyes de enjuiciamiento civil o leyes orgánicas del poder judicial? ¿Alguien estará tan desesperado como para echar al carro un par de códigos civiles y un tratado de la unión europea? ¿han cerrado todas las tiendas especializadas del país? ¿hay tantos estudiantes de derecho? ¿los estudiantes sólo se compran los códigos para el examen? (digo yo que estarán tan colocaditos porque es febrero, pero no lo entiendo... el código es más de octubre que de febrero).

¿Qué tiene el derecho para ocupar ese espacio entre las bujías y los libros de bricolaje? No he visto ni un vademecum, ni tratados de arquitectura, ni diccionarios de chino...

Es que no lo entiendo.

Vaya, si están será que se venden, pero qué pena que estén y qué raro que se vendan. Cuando yo me tenía que comprar códigos desde luego no iba al simago.

Como no podía ser de otra manera -los juguetes andaban cerca- al salir de mi ensimismamiento mis pins habían desaparecido.

Encontrados y tras las negociaciones de rigor (esas que acaban con el nada pedagógico no os compro nada porque no) he vuelto a casa sin dejar de darle vueltas al asunto.

Y en este caso escribirlo no ha servido de mucho, la verdad. Será que estoy dando vueltas a otra historia que quiero empezar a contar, y no sé cómo.

Comentarios

Molando voy

Las buenas acciones y sus consecuencias

hablar

frases de pared