De mal humor, entre otras cosas

A veces no entiendo a los demás. Acabo de mantener una conversación estéril con una mujer con menos flexibilidad que una puerta de acero. Da igual de qué le hables, ella siempre a lo suyo

- Es que me dijeron
- Si da igual lo que te hayan dicho, lo que vamos a hacer es
- Es que me dijeron
- Pero eso fue hace tres meses, y ahora te estoy pidiendo que
- Es que me dijeron
- Vamos a ver, ¿puedes hacer el favor de
- Es que me dijeron

De-ses-pe-ran-te y causa directa de unos ataques frontales a la caja de chocolates de R. que no le están viniendo nada bien ni a mi culo ni al pobre R. (creo que le quedan dos). ¿De verdad la vida es tan complicada? ¿De verdad es necesario ser tan cerrado? Y mira que yo soy testaruda… ¿pero tanto?

Desde que escribí lo anterior hasta ahora he arrasado la sección bollos del supermercado y sigo de mal humor. Las cookies de espelta con chocolate definitivamente NO son lo que esperaba y ahora estoy sugestionada con la especie de olorcillo a piensoperro que creo desprender. Es lo peor del rollo alimentación sana, que de repente te encuentras con unas galletas de espelta y te las comes pensando esto me está regalando dos años cuando lo más que regala es una asfixia por atragantamiento. Qué cosa más reseca, pardiez.

Este fin de semana introduciré a ted hugues en este cacharro, pero no prometo grandes cosas, más bien confirmo la sospecha: no estoy especialmente inspirada... lo mismo un baño relajante a las finas hierbas obra el milagro.

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