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Mostrando entradas de septiembre, 2010

night

Cada día adelanto el momento inigualable de meterme en la cama. Hoy, sin ir más lejos, llevo ya un rato disfrutando de la paz ésta de desmoronarme y nada. Estos días ando con tantas cosas en la cabeza que ni siquiera me sale leer, y esa es la razón por la que me sorprendo abriendo mi cajita de escribir, a pesar de no tener nada nuevo que contar. No tener o no sentir, no sé o sí. Lo dejo por ahora, con la cabeza demasiado llena de ideas y planes y debos y quieros y paramañanas que van y vienen. Lo intentaré de nuevo con el libro de antes y con un poco de suerte en cinco minutos estaré cruzando la noche del brazo de algún amable sueño y buenas noches.

Bichos

Me estoy inventando la historia boba del sapo que no entendió el arco iris (no deberían dejarme salir a la calle, lo sé) y llevo un par de días abrumada por la terrible fauna local. Resulta que las ranas -sobre todo las cinco que lo vieron todo- se pasan el día cuchicheando y -lo que es peor- intentando convencerme de que omita cualquier mención sobre las “inadaptadas” , que son otras ranas más bien sosas, entre las que se encuentra florinda, enamorada oficial del gran sapo. Los peces, que al principio parecieron tan sensatos (con las primeras gotas nadaron a resguardarse hacia las rocas) han empezado a enloquecer y me plantean sin rubor que les saque del agua. Al parecer están hartos de pasarse el día haciendo esfuerzos colosales para que la corriente no los aleje de la charca. Quieren pasar allí el otoño, tan encantados como están con las ranas (estos no hacen distinciones). Os contaré que las ranas han tomado tanto cariño a los pececitos que han superdesarrollado una especie de inst

Soy de agua

Esta tarde he visto un sapo gigante y un maravilloso arco iris que cruzaba el cielo de norte a sur. Primero el arco iris, que me ha robado la respiración. Hacía años que no veía uno tan grande, tan intenso, tan espectacular. La gente a mi alrededor también aminoraba la marcha. Se daban codazos. Hacían fotos. He subido a casa de una amiga y “asómate al balcón, no te puedes perder el arco iris. I have already seen it. Isn`t it gorgeous?” Un poco de hablar y hemos decidido salir a pasear bajo la lluvia, que por lo menos a mí es algo que me da cuerda. Hemos seguido el curso del río y ya a la vuelta he visto al sapoperro. Gigante. Entiendo que saldrá una historia de este binomio fantástico . De hecho, ya estoy dando vueltas a un par de ideas. Ya en el pueblo, me he quedado a cenar con Sh. y hablando de unas cosas y otras me ha dicho que yo soy watery, o sea, de agua. Me ha gustado la imagen del estanque (me dice de agua y ya estoy yo imaginándome un noble estanque austriaco surcado por eleg

Será el otoño que llega

la belleza de antes de ayer, el tiempo y su camino, las cosas que dejamos para siempre colgando del corazón... Lo mismo luego sigo.

El golpe

Los días se suceden con tanta celeridad que olvido detenerme, mirar alrededor y disfrutar de los colores y del sol de repente sobre la piel. Estos días en blanco, de una ausencia absoluta de creatividad, son ideales para forrar libros y asentar el recuerdo de mil paseos matutinos por Bloomsbury, que han calado hasta los huesos una delicadeza espléndida para el ánimo éste raro que asumo con tanto desparpajo. Llevaba unos días absorta en la belleza. En la idea de belleza y en las cosas bellas porque sí, que al final es todo si nos dejamos llevar por el asombro y la inocencia de las miradas nuevas. Me angustiaba no poder escribir todas estas ideas que parecen tornados cerebrales y hace un rato, en un café con una amiga, me he dado cuenta de que algo se está preparando ahí dentro. Sólo es cuestión de tiempo que salga a raudales y desborde los muros de contención de estos días que parecen estériles. Parecen, pero no. Aparte de estas cosas tan sutiles, hoy me he dado un porrazo colosal. Un s