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Mostrando entradas de agosto, 2010

Ya no sé cómo va esto

Que un (estupendo y monísimo fotógrafo) holandés me haya guiñado el ojo dos veces... ¿quiere decir algo?

¿Contenta?

Hoy he terminado el primer borrador de un relato y ya lo he revisado unas cuantas veces, con las correspondientes modificaciones. Leer, cambiar, leer, cambiar, leer cambiar... total, que he tenido que empezar otra historia para salir del bucle.

Un pequeño horror doméstico

He decidido llevar a C y M a la puerta de Garden Lodge, que es como llamarles excusa ¿no? Para quien no lo sepa se trata de la casa de Freddie Mercury y para quien no lo sepa me entusiama Queen. Hay un tercer “para quien blabla...”, C&M corean encantados las canciones cuando me da el ataque nosinqueen y puedo decir, sin miedo a equivocarme, que tengo dos pequeños queenadictos (aún recuerdo hace unos años a M calificando a FM de machote , pero esa es otra historia). O sea, que lo tenemos todo para la peregrinación, hasta billetes a Londres. La gracia de todo esto es que hasta hace un rato ni se me había pasado por la cabeza esta aventura fan. El plan pasaba por torre de londres (si eso) y museo de ciencias naturales, además del simple pasear por la ciudad de mis mejores sueños, que ya es todo. El destino del viaje es York y en Londres paramos porque es Londres y me apetece. No sé si contarlo, pero ya que estoy voy. Al llegar a casa me ha entrado el síndrome de a limpiar y me he pue

Sólo un poco... (se me cae la baba)

Anoche me paseaba de habitación en habitación a lo alma en pena. Ahora me acuesto un ratito a tu lado, ahora otro al de tu hermano. Una despedida llorona en toda regla ante esos días de playita que no compartiremos. Generalmente estas sensiblerías se zanjan con oportunos jo-mamá-que-me-aplastas y/o ¿te-vas-ya?, pero ayer va mi chiquitín y me dice (es textual, después de llorarle la almohada me levanté a apuntarlo) “hoy casi me he muerto porque te quería tanto. Me he muerto de amor”. Definitivamente M es un fenómeno de la naturaleza.

Cuando todos los perros aúllan

No hace ni quince minutos estaba tumbada bajo un buen montón de mantas sin nada más importante que hacer que mirar al cielo. Ojala todo fuera tan facil como esperar en silencio el viaje breve de un meteorito por encima del mundo, mientras sonrío, recuerdo, pienso o medio me quedo dormida. De todas formas hoy no me puedo quejar. Despertar tranquilo y tardío, día de piscina y poco más. Con decir que he vuelto a Agatha Christie os hacéis una idea. Verano, verano, de los que ya pensé que no volverían, a pesar del horror del hospi, que me sienta remal. Por lo demás, preparando el desembarco en Whitby. Espero que el tiempo acompañe y nos reciba el día más gris, la peor de las tormentas y alguna sombra escurridiza en el cementerio del acantilado. Perros vecinos ladran a las estrellas. Inevitablemente me acuerdo del de Stoker. Qué nervios.

como las nubes

Aunque intento mantener el corazón frio se me va de las manos: el relato de este agosto tiene vida propia y es algo extraordinario. Había leido en varias ocasiones experiencias parecidas pero hasta ahora no me había ocurrido con tanta determinación (y no mía, precisamente). Es un enfrentamiento personal. La idea primera y los acontecimientos que la desvirtúan y la dirigen a no sé dónde. La incertidumbre es absoluta. Intento reordenarlo y es peor, la historia pierde todo. Escribo cosas que no quiero escribir. Así no era mi historia, aunque también esto que cuento es mío. Definitivamente, una locura. Pero me gusta esta locura. A ratos pensaba hoy en otras dos fruslerías. En que lo mismo lo de mi melancolía portuguesa es tan simple que se debe al hierro que no tengo y en algo que me ha parecido apropiado denominar romanticismo político. Dejo las dos para más adelante, que un texto zombie me quiere desmoronar el sueño.

Una caca de protesta

Esta tarde he estado en los toros, quien dice toros dice novillos. Es de suponer que no he ido como aficionada a ésta, mi segunda vez. No soy taurina ni abolicionista, más bien del tipo ojos que no ven (lo sé, lo sé, debería ser más concreta). El caso es que hoy un novillo de apenas dos años me ha hecho ojitos desde su cajón. Luego ha mugido hasta la muerte, mientras una panda de cuatro más o menos borrachos jaleaba a los de la peña de al lado, que han pedido (también a gritos) a la guardia civil que los fulminara. La guardia civil ha ido a amonestar y la panda borrega se ha inventado una canción protesta. El toro, ya digo, agonizaba. Una falta de respeto. Quiero creer que estas novilladas sirven para que los potenciales toreros hagan sus prácticas y pinitos, y que tienen una utilidad más allá del cachondeo general “que bote el pica, que bote el pica” (“el pica” riega la arena entre toro y toro y de paso le da una oreja al novillero). Yo a lo mío, que ha sido hacer fotos de pies, monte

Llamadme Popeye

La intensísima y oscura semana interior en honor a la hipocondría finalizó ayer en el hospital al grito liberador de toooommmaaaaa . Vale que tengo que volver tres veces por semana hasta ¿? para chutarme dos horas de hierro, pero toooommmaaaaa no tengo la enfermedad incurable de mis pesadillas. Cuántas ganas de bailar, jeje.

Más verano

Esta mañana leía bajo un árbol (el que en otoño empelirrojea) un ensayo sobre el canon del cuento. El sol me llegaba de vez en cuando, según las ramas se mecían, y las golondrinas querían distraer mi lectura haciéndome mirar con frecuencia hacía arriba. Un plan muy tranquilo y veraniego. No llevaba ni diez páginas cuando ha llegado C. y en silencio se ha tumbado sobre el suelo. Ha apoyado la cabeza sobre las manos, el tobillo izquierdo encima del derecho, y ha perdido la mirada entre las ramas y el cielo. He sustituido las palabras por la imagen y he pensado que es bonito el verano de los niños. He dejado el libro sobre la silla y me he tumbado a su lado a ver el cielo y las ramas y las golondrinas.

mon dieu!

¡Discos!... vosotros me entendéis

Esta mañana pensaba en la música que me apetece escuchar estos días tan lentos y amodorrados de verano y se me vienen a la cabeza dos discos que me parecen como los días. Lazy sunday afternoon , de Jazzamor, con su toque minimalista y tan de estar recostado en alguna hamaca con una lectura light (catálogo de muebles de exterior o así), ahora parece que me duermo ahora que no. Es música de siesta perezosa y de noches de internet en el jardín a la luz de las velas recomendadas en el catálogo de antes. También está bien como música para amigos que vienen a cenar. Suavecita, que salga por la ventana como si no. Chavez Ravine. A ver. Chavez Ravine es uno de mis discos preferidos. Una recopilación fantástica de Ry Cooder, exótico y terriblemente cálido. Comienza con un tema fenomenal “ poor man's shangri-la ” y el resto no tiene desperdicio (contiene esta versión estupenda de “ three cool cats ”). ¿Y qué me decís de kind of blue ?... aunque éste es siempre. Es un disco nocturno. No espec