Soy de agua

Esta tarde he visto un sapo gigante y un maravilloso arco iris que cruzaba el cielo de norte a sur. Primero el arco iris, que me ha robado la respiración. Hacía años que no veía uno tan grande, tan intenso, tan espectacular. La gente a mi alrededor también aminoraba la marcha. Se daban codazos. Hacían fotos. He subido a casa de una amiga y “asómate al balcón, no te puedes perder el arco iris. I have already seen it. Isn`t it gorgeous?”

Un poco de hablar y hemos decidido salir a pasear bajo la lluvia, que por lo menos a mí es algo que me da cuerda. Hemos seguido el curso del río y ya a la vuelta he visto al sapoperro. Gigante.

Entiendo que saldrá una historia de este binomio fantástico. De hecho, ya estoy dando vueltas a un par de ideas.

Ya en el pueblo, me he quedado a cenar con Sh. y hablando de unas cosas y otras me ha dicho que yo soy watery, o sea, de agua. Me ha gustado la imagen del estanque (me dice de agua y ya estoy yo imaginándome un noble estanque austriaco surcado por elegantes cisnes Grimm). Me ha gustado la imagen, decía, relajante en apariencia, pero con esa bulliciosa vida interior permanente y desorganizada que a diario me despeina.

Total, que he vuelto a casa pensando en el sapo, el arco iris, el legado, los mil olores de la lluvia y la nueva definición de mi carácter. Y todo, oyes, todo, está pasado por agua. ¿Será una señal? Podría ser, pero ¿de qué?

Estoy agotada. Me voy a acostar. No me tengáis mucho en cuenta hasta que de una vuelta y media a todo esto.

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