Llamadme Popeye

La intensísima y oscura semana interior en honor a la hipocondría finalizó ayer en el hospital al grito liberador de toooommmaaaaa. Vale que tengo que volver tres veces por semana hasta ¿? para chutarme dos horas de hierro, pero toooommmaaaaa no tengo la enfermedad incurable de mis pesadillas.

Cuántas ganas de bailar, jeje.

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