como las nubes

Aunque intento mantener el corazón frio se me va de las manos: el relato de este agosto tiene vida propia y es algo extraordinario. Había leido en varias ocasiones experiencias parecidas pero hasta ahora no me había ocurrido con tanta determinación (y no mía, precisamente). Es un enfrentamiento personal. La idea primera y los acontecimientos que la desvirtúan y la dirigen a no sé dónde. La incertidumbre es absoluta. Intento reordenarlo y es peor, la historia pierde todo. Escribo cosas que no quiero escribir. Así no era mi historia, aunque también esto que cuento es mío. Definitivamente, una locura. Pero me gusta esta locura.

A ratos pensaba hoy en otras dos fruslerías. En que lo mismo lo de mi melancolía portuguesa es tan simple que se debe al hierro que no tengo y en algo que me ha parecido apropiado denominar romanticismo político. Dejo las dos para más adelante, que un texto zombie me quiere desmoronar el sueño.

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