Mi historia a medias

No hace mucho, conduciendo sin rumbo por el interior de una isla, llegué a un pueblecito del que me costó salir. No vi gente y las calles estaban estratégicamente cortadas para obligar al visitante casual a perder un poco los nervios. De esa experiencia surgió una idea que intenté escribir y que desde entonces retomo mentalmente con la angustia de no saber cómo demonios salir del lío monumental que he organizado con ella.

Hoy, en medio de otra historia (que por cierto voy hilando con bastante soltura), me he enterado de que en la isla en cuestión han aparecido unos huesos humanos y ya no me ha hecho falta más para empezar a enloquecer con las múltiples nuevas posibilidades que se abren.

De hecho, tenía pensado sentarme a terminar el relato actual ahora, de noche, en el jardín y a la luz de unas velas, pero en vez de atacar las últimas páginas me pongo a perder el tiempo con esto que os cuento y a leer y releer el texto-laberinto.

… qué desorden de todo.

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