¡Me ha dado un ataque!

A ver. Una conocida presentadora de televisión acaba de publicar una novela, primerísima y estupenda (dicen en planeta) “de sentimientos, pérdidas y reencuentros”. Muy arriesgada y con una calidad bárbara (“a la sombra de una gigantesca torre de comunicaciones, un ingenio como anclado por un gigante en lo más alto de una montaña...”) y atrevida, muy atrevida, empieza la segunda frase con un arriesgado “O en el culo del mundo”. Uf.

La entrada va de otra cosa, ya sabéis que abandero la diplomacia del que no hila dos frases, pero la modelopresentadoraescritora simboliza la esencia de lo que quería contar. Pensaba esta mañana en el devenir político de gestión honesta a fuente de poder y me preguntaba cómo la voluntad de una sola y soberbia persona puede ningunear a un pueblo porque sí, porque “no son de los míos” y en la hipocresía y vacío de sus mil y un discursos.

Leyendo después sobre la publicación de esta novela (que seguro reseñan en babelia y qué leer) he pensado en la hipocresía vital de esta chica que la escribe, progresista, forrada y colaboradora fotogénica de alguna ong fenomenal, que tiene dos años para escribir una historia entre cena con pichiflú y brunch con mariló y que ya está pensando en “refrescarse con un proyecto de literatura infantil”. Refrescarse, dice.

Ella o la parejita zampo y yo, que me vengan ahora a la cabeza. Me gustaría verlos aquí, en este pueblo en el que he tenido la suerte de convertirme en testigo directo de las filigranas que hay que hacer para que la vida cuadre, de continuas jornadas de infarto, de un trabajo brutal por ayudar e intentar que el lugar en el que vivimos sea cada día mejor.

Pensaba esta mañana en nuestro particular puñal en la espalda, pero cómo duele el que clava la indiferencia de los que se "refrescan" a la sombra del árbol que no riegan.

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