Un día de lluvia

Esta mañana me he despertado tarde y hemos preparado con pereza el desayuno especial del domingo. Hemos decidido salir a dar un paseo con unos amigos. Antes, he recibido una llamada de teléfono de las que calman el alma.

El paseo por la ribera del río ha resultado fenomenal. Baja a pleno caudal, con fuerza y haciendo mucho ruido, quiere reivindicarse, supongo, aunque poca gente se asoma a verle. Menos hoy, un día tan de tormenta. Llevábamos botas de agua. Y sí, hemos saltado en los charcos. Y sí, se nos ha caido el cielo encima.

Llegamos a casa empapados y sonriendo. Después de comer, una ducha calentita, albornoz y tarde de leer. Luego, noche de escribir (espero).

El viernes colaboré en la lectura de un cuento en la biblioteca. Los niños estaban encantados y yo también. Tengo planes para editar una historia que escribí a C&M hace unos años. Una edición bilingüe y de andar por casa, pero fantástica por lo que significa.

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