Todos los días pasan cosas buenas

Llega el martes y me regala una sonrisa -así, porque sí- en forma de aplauso unánime de cigüeñas cuando salgo apresurada a por los niños, o de libro, o de compañero amable que me sonríe sólo por pasar.

O el miércoles. El miércoles me regaló una conversación entre dos amigas de toda la vida. Yo asistí como escuchante y la verdad es que no pude disfrutar más. Otro día sucedió un teatro. Un compartir momentos especiales. Más sonrisas. Más cosas buenas que pasan.

Invitaciones inesperadas, sonrisas porque sale el sol, descubrimientos emocionantes... que sí que sí, que a los peores momentos llegan rayitos de sol.

Los reyes magos me trajeron una botella con 9.750 gotas de lluvia. Buscaba una excusa apropiada para abrirla.

Creo que la he encontrado.

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