De imagenes y palabras

Asisto con estupor a una metamorfosis sin precedentes: evoluciono sin titubeos de figurita de Giacometti a gracia de Rubens. La esbeltez que caracterizó mi alegre juventud se está transformando por arte de ¿magia? en un montón de redondeces tirando a crueles. Bueno, vale, siempre tuve culo, pero ¿esto? ¿ESTO?

Me quiero engañar y me digo que es la mala leche, que no libero toxinas y claro, se me distribuyen por aquí y por allí en forma de grasas poli(yo todo poli)insaturadas, pero va a ser lo del ejercicio, seguro.

Tengo el corazón cansado y así no se puede. Ya no voy a nadar, ya no bailo, ya no me muevo. Si hasta tengo un anticelulítico de precisión en el garaje y paso por su lado como por la carnicería... (en este caso me apunto una excusa: lo intenté una vez y se me liaron los brazos con las piernas. Me acordé de jane fonda y de su madre y decidí que otro día, si eso).

Prometo que lo voy a intentar. Puedo retomar la piscina o intentarlo con el potro de tortura del garaje, pero qué pereza.

En fin. Una pena.

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