Positivo. Muy positivo.

Dejando a un lado la carne, siempre ha habido tres cosas que no como por defecto: Mejillones (puaj), chocolate blanco (repuaj-repuaj) y una cosa que en inglés se llama pickles y en castellano no tengo claro, ¿encurtidos? Esas cosas que se venden en botes avinagrados, entre otras pepinillos.

Bueno, pues llevo un mes de antojo de pepinillos. Quiero pepinillos. Me gustan los pepinillos. ME ENCANTAN los pepinillos. No veo el momento de llegar a casa y abrir el bote. Porlamañanaporlatardeporlanoche. Ácidos, dulces, semidulces, especiados, crujientes, grandes, medianos y pequeños.

De verdad que no lo entiendo, puede que esté... ¿madurando?

Una vez compartida la reflexión alimenticia, quiero escribir que la semana ha ido bien. ¡Qué digo bien!, fe-no-me-nal. El nuevo trabajo encarrilado (y emocionante), la cabeza activa, el cuerpo recuperando su esbeltez, el pelo creciendo, C&M más tranquilos y la nevera llena de botes de pepinillos (¡yuju!).

El balance es muy positivo, y esto no ha hecho más que empezar.

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