Yo me remendaba yo me remendé

Llega la navi y no sé dónde meter la cabeza. El aire se llena de villancicos y las ventanas de estrellas fugaces. Los niños, las calles, los pobres corderitos colgando de un gancho. Teléfonos que suenan buenos deseos, sonrisas que ayer dolían. Otro año vuela. Comer y cenar. El horno a doscientos empaña la cocina. Me acuerdo de todos. Me visto de negro (por estilizar, más que otra cosa) y me uno a la noche jurando que es la última vez. Es tan dificil ser no navideño que utilizo el día para agradecer todo y desear felicidad sin límites a quien quiera ser feliz. Luego encenderé velas e inciensos. Y tal vez me anime a tararear algo, que no se diga.

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