maravilha

Fuera hace el frío suficiente para que las manos me pidan a gritos unos guantes. El cielo está blanco. Acabo de entrar en casa y me estoy preparando un té (English breakfast, siempre). Los ojos se me van por la ventana y me sorprende la feliz idea de no tener que salir de aquí.

Ni siquiera el primer intento -fallido- de tostadas (sí que tengo mis limitaciones) me puede arrebatar esta sensación de felicidad extrema. No hace ni dos semanas iría de camino a Madrid, con la angustia del marrón del día.

En esta mañana de mirar el frío me acuerdo de Juan.

He olvidado el resto.

http://www.youtube.com/watch?v=rWI0yKvnLhA


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