Escribir

En los últimos meses he comenzado a interesarme por el proceso de escribir y aunque leo con el máximo interés todo lo que encuentro relacionado con el tema, no consigo disipar mis tenebrosas dudas (cuento tres, hay más).

Primera duda (semi resuelta): ¿por qué?

He llegado a la conclusión de que para mí escribir es una necesidad vital, ¿una búsqueda? ¿la forma de llegar a todos los lugares que no veo desde aquí? ¿una terapia? Lo que digo, una necesidad.

Reconozco que he descubierto hace poco que también me interesa la parte exhibicionista de todo esto y que me apetece contarme, explicarme, exponerme, que me vean.

Segunda duda: ¿cómo?

Hasta hoy estoy en pleno inicio de camino. Quiero pautar el tiempo. Quiero dedicar unas horas determinadas cada día. Quiero ser una oficinista del cuento. Eso es. Una oficinista del cuento. Pero (tenía que haber un pero, claro) no puedo.

Escribo cuando me urge escribir. De repente lo siento. Sé que es el momento y cojo la pluma (no puedo evitarlo) y vuelo por las páginas cuadriculadas de mi cuaderno. Y escribo y escribo hasta que basta. Si ignoro el instante sé que estoy perdiendo. No sé cuándo llegará el siguiente. A veces tarda meses. ¿De qué dependerá?

Aún así, me obligo a sentarme y escribir, pero no es igual. El resultado no lo es. ¿Debo hacerlo entonces?

Tercera duda: ¿qué?

¿A qué debo dedicar mis esfuerzos o mis momentos de gloria? He dado mil vueltas al tema y me estoy inclinando a favor del relato.

Condensar una historia en unas cuantas páginas. Escribir con precisión. No perderme en el bosque. Concentrar todo en una sola imagen.

No es más fácil, pero sí más asequible a mí. Y no le falta emoción.

Leía hace poco “Aunque resulte paradójico, creo que en el cuento se han venido a concentrar esos aspectos literarios que el gusto más común por el puro entretenimiento no valora: la búsqueda de tonos narrativos, las tentativas de nuevos enfoques estéticos, la profundización en el intento de conocer mejor los comportamientos humanos y de descifrar datos oscuros del mundo en que vivimos” (José María Merino).

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