Al mal tiempo mejor cara

El día menos pensado me duché y en la cocina aparecieron las caras de bélmez. Un drama de tuberías o así, supongo. Mientras decido si organizar visitas guiadas para sufragar el coste de la tirita, me ducho en otro baño (soy tan guay).

Lo que quería contar es que hoy he descubierto una pequeña maravilla en este otro templo del agua. Puedo abrir la ventana mientras me cae el todo niagara encima y (i) oler el invierno y (ii) ver árboles, montes, hierba, casas a lo lejos, el cielo, pájaros que vuelan, pájaros que no, nubes al borde del deshielo, un columpio que hiberna, una montaña de leña, humos de chimenea. El aire gélido de fuera se mezcla con el vaho de dentro. ¡He creado el estrecho de gibraltar del pueblo del viento!

Qué pena cerrar grifo y ventana.

Para el año que viene me pido más.

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