Soy un desastre.

Hace dos noches llegué a casa y cogí el libro. No sentí que fuera el momento de leerlo de nuevo, por lo que después de h/ojearlo lo dejé sobre la mesa, a mi izquierda.

Enfrente, el pequeño ordenador (qué voy a contar de cofres de tesoros) y a su alrededor muchos libros, papeles, cuadernos, bolígrafos, dibujos, una servilleta de papel amarillo y una jarra de agua de cerámica, dibujada de Minori.

Me quedé pensando en el escritor, puse un cd de Satie –no puedo negar mi pasado- y decidí buscar detalles de su vida que se me hubieran escapado (¿cómo me organizaba antes de internet?).

No llegué a tanto. La primera entrada me llevó a la segunda y la tercera fue una columna de esas que escribía a diario. La leí y la siguiente y la siguiente y hasta las tres. Me impresionó lo que más sentirme en casa. Su lectura me arropó como la manta de cuadros con la que me cubro cuando leo acurrucada en el sillón.

También me impresionó la actualidad de los temas. Apenas ha pasado tiempo, aunque en mi interior lo haya hecho toda una vida.

... me he despistado. He empezado a buscar fotos de Minori y se me ha ido el santo a Italia.

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